Cincuenta
y seis. Ni uno más, ni uno menos. Es el número de ejemplares de tigre siberiano
que quedan a día de hoy en todo el mundo. La caza furtiva y la pérdida del
hábitat en el este de Rusia y la frontera norte de China son las razones que
explican el peligro de extinción del gran felino, que se ha agravado al
descender de 500 animales a 56 en cuatro años.
Esta
cifra revelada en el estudio de la Sociedad para la Conservación de la Vida Salvaje (WCS) ha disparado las
alarmas de científicos rusos y conservacionistas que proponen más mano dura en la
legislación a la hora de castigar a los furtivos, aumentar el número de áreas protegidas y mejorar en la protección del hábitat.
Cada
invierno, los 16 centros de seguimiento realizan el programa de monitorización
de tigres siberianos para estimar el número de ejemplares de la zona partir de
las huellas que dejan. Debido a la profundidad de la nieve del año pasado, los
tigres podrían haber reducido sus desplazamientos, hecho que dificulta el
trabajo de los expertos a la hora de contabilizar el número exacto de este
descenso de población felina.
En
el recuento anterior, realizado en 2005, se calculó que había 500, cifra
que se había recuperado a partir de los 30 ejemplares que quedaban de años
anteriores.
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